Introducción

Paisaje del Río Bogotá (Colombia) S.A. The landscape of the Bogotá River. One of the riverbanks is planted entirely with eucalyptus. (Photograph by Gumersindo Cuéllar Jiménez. © Biblioteca Luis Ángel Arango.)

Gumersindo Cuéllar Jiménez, Paisaje del Río Bogotá (Colombia) S.A.
El paisaje del Río Bogotá. Una de las orillas está plantada enteramente con eucaliptos. A principios del siglo XX, el eucalipto fue usado para la reforestación en los Cerros Orientales y en la sabana occidental que rodeaba a Bogotá. Sin embargo, sus efectos sobre la degradación del suelo y la desecación del río condujeron a que algunos científicos criticaran su uso, respaldando en su lugar la siembra de especies nativas como una solución más efectiva.

Una cadena verde de montañas al oriente, una sabana al occidente y un rico sistema de ríos y humedales forman la piedra angular de la estructura ecológica de Bogotá, con el agua como su vehículo. Este no es un mero escenario geográfico, sino que constituye el verdadero núcleo ecológico de la historia de Bogotá. Una historia ambiental de esta ciudad debe reconocer, en primera instancia, que la mayoría de las experiencias tempranas de su población están significativamente ligadas a la red de relaciones creada por las cambiantes conexiones al interior de su estructura ecológica. Partiendo de este hecho, esta exposición virtual se concentra en la relación entre agua y sociedad en un tiempo en el que Bogotá se convirtió en una ciudad moderna en términos de crecimiento poblacional, industrialización, desarrollo de infraestructura urbana, diseminación de hábitos culturales burgueses, y la emergencia de un control biopolítico más estricto, especialmente sobre los sectores marginales. 

Los visualmente poderosos Cerros Orientales son sin duda la característica más llamativa del paisaje de Bogotá. Conforman un límite tan prominente que la mayoría de mapas de la ciudad están orientados hacia el oriente y no hacia el norte, presentando al cinturón verde como la frontera que define los límites del escenario urbano. Estas pendientes pertenecen geológicamente a la Cordillera Oriental y se encuentran ecológicamente definidas como una zona andina de bosques de niebla y de páramos—páramos únicos y protegidos que se extienden más allá del límite forestal a una altura aproximada de 3,300 metros sobre el nivel del mar. Los páramos tienen un papel especial en la regulación del agua debido a su extraordinaria cobertura vegetal y a la humedad de su suelo, tanto así que han sido llamados “fábricas de agua”.

En las faldas de los Cerros Orientales se sitúa el altiplano de la Sabana de Bogotá, llamado así por su topografía plana y su cobertura de césped. Tanto la sabana como las montañas circundantes fueron ocupadas en tiempos prehispánicos por los indígenas Muiscas. Este grupo se asentó allí mucho antes de que los españoles fundaran oficialmente a Santafé de Bogotá en 1538 a 2,664 metros sobre el nivel del mar y lo suficientemente cerca del asentamiento indígena para poder beneficiarse del suministro de comida y de la mano de obra existente.

Saúl Ordúz, Tibitoc Treatment Plant, 1974

Saúl Ordúz, Planta de Tibitó, 1974.
La Planta de Tratamiento de Tibitoc fue inaugurada en 1959 y constituye una evidencia de la infraestructura de gran escala que integró la cuenca alta del Río Bogotá con el sistema municipal de acueducto. Mientras que la cuenca alta de este río fue usada para el suministro de agua, las cuecas media y baja presenciaron la contaminación del agua a lo largo de su paso por la ciudad de Bogotá y otros municipios de la sabana.

Todos las corrientes de agua que han sido importantes para la ciudad han sido tributarias del Río Bogotá. El río atraviesa la sabana de norte a sur, finalmente alcanzando al río Magdalena, la principal arteria fluvial de la geografía colombiana. San Francisco y San Agustín—los principales ríos de la ciudad durante el periodo colonial y entrado el siglo diecinueve—botaban de las montañas orientales de Monserrate y Guadalupe, encontrándose en un mismo cauce que desembocaba en el más ancho Río Fucha, un tributario del Río Bogotá. El Río del Arzobispo, también importante durante este periodo, nace en la Laguna del Verjón en el Páramo de Cruz Verde, de donde corre primero hacia el norte y luego hacia el occidente, descendiendo de las montañas a través del Parque Nacional Enrique Olaya Herrera. Al interior de la ciudad el río continúa hacia el noroccidente, cambiando drásticamente su dirección hacia el norte, en donde se convierte en el Río Salitre. Luego vuelve a virar hacia el noroccidente como el Río Juan Amarillo, para finalmente desembocar en el Río Bogotá después de pasar por la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de El Salitre.

El Río Salitre fue de hecho uno de los ríos que sostuvo el crecimiento de la capital colombiana durante el siglo XX, junto con los ríos Tunjuelo y San Cristóbal-Fucha. El Río Tunjuelo nace en el Páramo de Sumapaz y suministra agua a los embalses de Chisacá y La Regadera, para luego atravesar el sur de la ciudad de oriente a occidente hasta alcanzar su desembocadura en el Río Bogotá. El Río San Cristóbal, cuyo nacimiento está ubicado en el Páramo de Cruz Verde, se convierte en el Río Fucha al entrar a la ciudad, tras lo cual corre paralelo al Río Tunjuelo antes de desembocar en el Río Bogotá.

Luis Alberto Acuña, Quinta de Bolívar, 1920

Luis Alberto Acuña, Quinta de Bolívar, 1920.
Tanques de almacenamiento localizados en el barrio Egipto, usados por el servicio municipal de acueducto desde finales del siglo XIX. El almacenamiento de agua en tanques fue percibido como una forma de asegurar la disponibilidad de agua para la población urbana, incluso durante los meses de baja pluviosidad. Higienistas locales de la época manifestaron su preocupación por la contaminación del agua, siendo parte de dicha preocupación la frecuente instalación de los tanques en medio de barrios pobres e insalubres.

 

Gumersindo Cuéllar Jiménez, Paisaje del Río Tunjuelo. Bogotá (Colombia, S.A.)

Gumersindo Cuéllar Jiménez, Paisaje del Río Tunjuelo. Bogotá (Colombia, S.A.)
El paisaje del Río Tunjuelo, con el cual la población de Bogotá estableció una relación polifacética durante el siglo XX. Cerca de su nacimiento en el Páramo de Sumapaz, el río llenaba los embalses de La Regadera y Chisacá, contribuyendo al abastecimiento urbano de agua. Pero mientras atravesaba la ciudad, la función del río como fuente de agua fue sustituida por su rol negativo como obstáculo para la urbanización, núcleo de contaminación, y amenaza de peligrosas inundaciones.

 

En su camino de descenso desde los altos páramos y montañas, este denso grupo de ríos alimenta los complejos de humedales asociados con la cuenca del Río Bogotá y su terreno inundable. La importancia ecológica y económica de los humedales, de por sí es bien conocida, justifica medidas de conservación: los humedales actúan como esponjas que retienen agua durante las temporadas de lluvia, desempeñando un rol en la regulación de las inundaciones y en la disponibilidad de agua. Los humedales también son actores importantes en la reducción de la contaminación del agua, pues las plantas y la vegetación en los pantanosos humedales digieren materia orgánica, al mismo tiempo que retienen sedimentos y metales.

A finales del siglo XIX, la elite gobernante, la burguesía comercial y los higienistas, que incluían ingenieros y médicos políticamente influyentes, visualizaron la necesidad de modernizar a la estancada Bogotá, fomentando importantes transformaciones urbanas que llenaran estas expectativas. Ante sus ojos, ser una ciudad moderna implicaba la ejecución de una serie de medidas para disciplinar tanto a la sociedad urbana como al medio ambiente urbano. El curso de los ríos debía ser desviado, la proliferación bacteriana controlada, la higiene personal condicionada, y la disposición de residuos manejada. Al igual que en el resto del mundo occidental, la modernización urbana fue percibida como una fuerte manifestación del control humano sobre la naturaleza a través de la ciencia, la medicina y la tecnología, una manifestación que incluso se tradujo en el distanciamiento entre los seres humanos y la naturaleza.

Crecimiento demográfico en Bogotá, 1880-2005.
Es claro que la población urbana aumentó radicalmente desde mediados del siglo XX como resultado de las oleadas de migración del campo a la ciudad, las cuales fueron causadas por la violencia política rural que ha marcado la historia de Colombia.

Las dinámicas de la población son particularmente importantes para estudiar la modernización urbana de Bogotá y para entender la historia ambiental del uso del agua. Después de un largo periodo de estancamiento durante el siglo XX, turbulento en términos políticos y militares, la población de Bogotá empezó a crecer de forma constante. Entre 1900 y 1925, la población original de 100,000 habitantes prácticamente se duplicó. Diez años después la población ya era de 300,000 habitantes, pero el verdadero salto ocurrió durante la segunda mitad del siglo XX. Para 1945, Bogotá estaba conformada por casi medio millón de personas y en menos de una década este número se acercó a un millón. El subsiguiente aumento poblacional puede ser visualizado como una dramática línea vertical medida en incrementos de un millón de habitantes: más de un millón en 1956, más de dos millones en 1967, más de tres millones en 1974, alrededor de cuatro millones a comienzos de la década de 1980, casi cinco millones en 1990, y un sorprendente estimado de 6,800,000 personas según el más reciente censo nacional de 2005.

El crecimiento de la población estuvo ligado a una expansión igualmente importante de las áreas urbanizadas de Bogotá. La ciudad estaba conformada por 260 hectáreas en 1900, pero hacia 1999 su área había aumentado a 30,110 hectáreas. En términos de la estructura ecológica de la ciudad y su sistema hídrico, esta expansión urbana tuvo su mayor impacto en los humedales, que disminuyeron de varios miles de hectáreas a principios de siglo, a 50,000 hectáreas en 1938 y a solo 500 hectáreas en 2005.

Stefania Gallini, Sumapaz Páramo, 2013

Stefania Gallini, Páramo de Sumapaz, 2013.
Algunos de los problemas ambientales que ha enfrentado el Páramo de Sumapaz incluyen la eutrofización de las lagunas y la sustitución de vegetación nativa por cultivos y pastos.

 

Stefania Gallini, Sumapaz Páramo, 2013

Stefania Gallini, Páramo de Sumapaz, 2013.
El Páramo de Sumapaz—el páramo más grande del mundo—se localiza al suroriente de Bogotá. Declarado como parque nacional en 1977, es la fuente de muchos ríos tributarios de las cuencas del Magdalena y el Orinoco. El Río Tunjuelo—un afluente del Río Bogotá, que a su vez desemboca en el Río Magdalena—nace en el Páramo de Sumapaz.

 

El perímetro de la ciudad a finales del siglo XIX no excedía el área entre los ríos Fucha y del Arzobispo, con la excepción de los barrios suburbanos de San Cristóbal en el sur y Chapinero en el norte. La mayoría de personas que se asentaron en estos barrios buscaban escapar de las malas condiciones sanitarias del centro de la ciudad, para encontrar aire fresco en las afueras de la ciudad y alivio en las aguas frescas del Río San Cristóbal y de las quebradas de La Vieja y Las Delicias. La expansión lineal de la ciudad que siguió durante las primeras década del siglo XX fue paralela a la cadena montañosa oriental, pero el aumento de barrios dispersos hacia el occidente se hizo evidente desde la década de 1920. Desde ese momento, Bogotá expandió su alcance hacia el norte, el sur y el occidente, e incluso hacia los escarpados suelos de los Cerros Orientales, atravesando ríos, canalizando sus lechos y desecando humedales. Hoy en día, el límite occidental de la ciudad alcanza el Río Bogotá, lo cual ha aumentado la vulnerabilidad de los barrios contiguos a las inundaciones.

 

Capítulos

Los cuatro capítulos de la exposición cuentan historias diferentes pero complementarias sobre el discurso histórico mencionado anteriormente. Los primeros dos capítulos reconstruyen las experiencias cotidianas de las personas con el agua en un momento en el que la revolución sanitaria y el crecimiento urbano tocaban las esferas privadas de los individuos y sus familias. El capítulo uno provee una perspectiva sobre la relación entre el medio ambiente, el trabajo y el género, concentrándose en el lavado de ropa y en las lavanderas. El capítulo dos guía los visitantes a través de la consolidación de las prácticas de higiene personal y los roles que en este proceso tuvieron los proyectos de viviendas higiénicas, los cuartos de baño y los productos cosméticos.

Los capítulos tres y cuatro vislumbran características más visibles, más estudiadas y mejor documentadas sobre la modernización urbana. El tercer capítulo aborda la construcción de infraestructura de abastecimiento de agua con relación al crecimiento poblacional de la ciudad y según los parámetros de la ingeniería sanitaria. Una perspectiva ambiental sobre estos temas largamente investigados en la historia urbana y en la historia de la tecnología, evidencia la importancia de la red de relaciones ecológicas que sostenían a la ciudad. En efecto, la modernización y la expansión de Bogotá dependieron del acceso a cuencas hidrográficas y páramos cada vez más distantes, al mismo tiempo que transformaron humedales que solían ser productivos económicamente y vitales hidrológicamente. El cuarto y último capítulo introduce el problema de los residuos y la contaminación del agua, revelando una dramática consecuencia de esta interdependencia: la contaminación del Río Bogotá.

Laura Felacio, Chingaza National Park, 2013

Laura Felacio, Parque Nacional de Chingaza, 2013.
Vista de la Laguna de los Patos, una de las lagunas de origen glaciar ubicadas en el Parque Nacional de Chingaza, el cual fue creado en 1977 para promover la conservación del ecosistema paramuno. Hoy en día, el Páramo de Chingaza continúa siendo la principal fuente de agua para la ciudad de Bogotá.

 

Saúl Ordúz, Proyecto Chingaza, 1982

Saúl Ordúz, Proyecto Chingaza, 1982.
La Presa de Golillas y el Embalse de Chuza, principales obras del proyecto del Páramo de Chingaza desarrollado entre 1972 y 1985. Este proyecto fue una ambiciosa inversión tecnológica en el abastecimiento de agua para una población urbana que continuaría creciendo a lo largo del siglo XX. Asimismo, fue una prueba de la importancia histórica de los páramos altos y lluviosos para el sostenimiento de las dinámicas urbanas.

Métodos y fuentes

Aunque estamos plenamente conscientes de que los usuarios de exposiciones virtuales son más proclives a “ver” que a leer, esperamos que la exposición pueda ser utilizada como una experiencia multimedia integral. Esto no significa que el visitante deba seguir el estricto orden de los capítulos. De hecho, nos gusta la libertad que los recursos digitales ofrecen de forma más directa que los libros. Por esta razón construimos cada capítulo como una pieza separada, aunque conectada, de un mismo cuadro.

Se invirtió un esfuerzo considerable en el descubrimiento de nuevas fuentes visuales y textuales de la historia de Bogotá en bibliotecas públicas, archivos y museos locales, así como en presentarlas en una forma creativa pero rigurosa académicamente. El resultado es una colección de artículos y anuncios publicitarios de periódicos y revistas, reglamentaciones municipales, reportes institucionales, anuarios estadísticos, tesis de médicos e ingenieros, manuales de educación popular y novelas históricas de ficción. Fotografías, pinturas, dibujos, mapas urbanos y videos documentales también forman parte de esta colección de fuentes primarias.

Al abordar de forma entusiasta esta inusual oportunidad de realizar una exposición virtual en el área de la historia, no anticipamos la complejidad que demandaba adquirir los permisos de derechos de autor para utilizar cada fuente visual incluida en la exposición. La legislación de derechos de autor en Colombia es restrictiva, imprecisa y a menudo confusa, a lo cual se sumó que los titulares de los derechos de autor de varias de las fuentes visuales fueron difíciles de identificar.

Enfrentar el reto de coordinar un equipo multidisciplinario de diseñadores gráficos, arquitectos, cartógrafos, músicos y traductores, también fue complejo pero enormemente estimulante y productivo. Gracias a este equipo, muchas de las fuentes fueron reelaboradas con el fin de presentar la información de una forma accesible y agradable para los ojos y sensibilidades de los visitantes de la exposición virtual. Es así como la exposición incluye infografías personalizadas, una línea del tiempo con recortes de periódicos, cartografía virtual dinámica (ver la sección de cartografía histórica), videos mudos originales con música de fondo, y representaciones arquitectónicas de viviendas obreras proyectadas a partir de las fuentes primarias.

 

Cómo citar

Gallini, Stefania, Laura Felacio, Angélica Agredo y Stephanie Garcés. “Las corrientes de la ciudad: Una historia del agua en la Bogotá del siglo XX.” Environment & Society Portal, Virtual Exhibitions 2014, no. 3. Rachel Carson Center for Environment and Society.http://www.environmentandsociety.org/exhibitions/node/7488.

ISSN 2198-7696 Environment & Society Portal, Virtual Exhibitions

Creative Commons License 2014 Stefania Gallini, Laura Felacio, Angélica Agredo y Stephanie Garcés
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