Diversidad y belleza

La diversidad y la belleza se encuentran tanto en el ojo del observador como en el mundo biofísico. A menudo, los humanos pasan por alto objetos muy pequeños y muy grandes. Esta sección guía a los lectores para apreciar la diversidad de los pequeños organismos que forman el microcosmos en la biosfera, y los objetos muy grandes y distantes en el macrocosmos del espacio exterior.

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Aquí presentamos los subcapítulos en orden.

Lo pequeño es hermoso

En el brazo noroeste del Canal Beagle, encontramos bosques subantárticos dominados principalmente por el coigüe de Magallanes (Nothofagus betuloides), acompañados por el canelo (Drimys winteri) y el ñirre (Nothofagus antarctica). Los troncos de estos árboles están cubiertos por gruesas alfombras de hepáticas, musgos y líquenes. El suelo de estos bosques a menudo está cubierto por la frutilla del diablo (Gunnera magellanica), una pequeña planta vascular que desempeña un papel ecológico fundamental en la fijación de nitrógeno. Si usamos una lupa para observar más de cerca estas exuberantes alfombras vivas, nos maravillaremos con la variedad de texturas, formas y colores del follaje de los diversos y hermosos musgos, hepáticas y líquenes.

Esta imagen, tomada en la península sureste de la Isla de Hornos, muestra cómo en el extremo sur de la Reserva de Biosfera Cabo de Hornos, los bosques subantárticos crecen solo en laderas o acantilados que están protegidos de los fuertes vientos. Fotografía por Ricardo Rozzi, s.f.

Dentro de los bosques, el suelo está cubierto por hepáticas de géneros como Schistochila (verde) y Gackstroemia (marrón) que tienen un follaje hermoso y estructuras reproductivas únicas, como las copas de gemas en un talo de Marchantia berteroana. Fotografía por Kristin Hoelting, s.f.

Lo pequeño es esencial

Los líquenes reciben el apodo de “pioneros del ecosistema” debido a su capacidad para colonizar rocas desnudas y producir suelo fértil. Este proceso es fundamental en los glaciares de la Reserva de la Biosfera de Cabo de Hornos (RBCH). Los líquenes que contienen cianobacterias tienen la capacidad de fijar nitrógeno de la atmósfera. De esta manera, actúan como fertilizantes naturales para los suelos. Esta colonización de la roca desnuda por parte de algunos musgos y líquenes, que penetran en ellas y forman el primer suelo, promueve la sucesión ecológica, continuando con la colonización de pastos. A su vez, estas pequeñas plantas generan el sustrato necesario para el establecimiento de arbustos y árboles. De esta manera, los pequeños musgos y líquenes han sido ecológicamente esenciales para la formación de los bosques subantárticos en los archipiélagos de Cabo de Hornos posterior al retroceso de los glaciares.

Los procesos de colonización y formación del suelo son extremadamente lentos, requiriendo décadas o incluso siglos. Sin embargo, estos procesos comienzan inmediatamente cuando las rocas quedan al descubierto, incluso cuando todavía están semisumergidas en estanques glaciares. Fotografía de Ricardo Rozzi, s.f.

Cuando caminamos hacia afuera desde el frente del glaciar, podemos notar rocas que han estado libres de cobertura de hielo durante un período más largo de tiempo. Estas rocas están cubiertas por más líquenes y musgos y tienen una mayor riqueza de especies. Fotografía de Ricardo Rozzi, s.f.

Lo pequeño es diverso

En el Cabo de Hornos, los bosques son muy diferentes al resto del mundo. La diversidad de árboles es muy baja. Encontramos solo seis especies: tres árboles bajos (canelo [Drimys winteri], maitén de Magallanes o leñadura [Maytenus magellanica] y ciruelillo, fosforito o notro [Embothrium coccineum]) y tres especies de árboles altos (coigüe de Magallanes [Nothofagus betuloides], lenga [N. pumilio] y ñirre [N. antarctica]). Sin embargo, si usamos una lupa y observamos la pequeña flora, descubriremos que en un solo árbol podemos encontrar más de cien especies de hepáticas, musgos y líquenes creciendo en su tronco y ramas.

Si examinamos el tronco y las ramas del viejo árbol con una lupa, podemos distinguir la exuberante y rica diversidad de los “bosques en miniatura” formados por hepáticas foliosas, musgos suaves y aterciopelados (Lepyrodon lagurus), musgos “peludos” (Dicranoloma sp.), musgos ramificados (Acrocladium auriculatum), líquenes foliosos (Pseudocyphellaria spp., Peltigera sp.), líquenes fruticosos (Cladonia spp.) y líquenes crustáceos (Calicium sp., Chrysothrix sp.). Fotografía de Oliver Vogel, s.f.

En el sendero interpretativo del Parque Etnobotánico Omora, encontramos esta gran lenga (Nothofagus pumilio), que es un árbol centenario con una gran rama lateral. Fotografía de Ricardo Rozzi, s.f.

El bosque siempreverde en la eco-región subantártica de Magallanes alberga al menos 450 especies de musgos y 368 especies de hepáticas. Por lo tanto, al menos 818 especies de briófitas de las 15.000 especies que eran conocidas por la ciencia hasta 2008 crecen en el extremo sur de América del Sur. Esta eco-región representa menos del 0,01 % de la superficie terrestre del planeta, pero contiene más del 5 % de todas las pequeñas plantas o briófitas del mundo. Por esta razón, la región de Cabo de Hornos ha sido identificada como un “hotspot” o “punto crítico” de biodiversidad mundial.

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